Hay días en que siento una desgana de mí, de ti, de todo lo que insiste en creerse y me hallo solidariamente cretino apto para que en mí vacilen los rencores y nada me parezca un aceptable augurio.
Hay días que ni siquiera son oscuros días en que pierdo el rastro de mi pena y resuelvo las palabras cruzadas con una rabia hecha para otra ocasión digamos, por ejemplo, para noches de insomnio.
Días en que  uno sabe que hace mucho era bueno baa tal vez no hace tanto que salía la luna limpia como después de jabón perfumado y aquello si era auténtica melancolía y no este malsano, dulce aburrimiento.
Bueno, esto sólo es para avisarte que en esos pocos días no me tomes en cuenta.